Sábado, 16/09/23
Matices sobre la enseñanza
«El conocimiento no lo puedes comprar, pero tienes que pagar por él.
G. I. Gurdjieff
A nivel de enseñanza espiritual sólo en la ignorancia cabe la rivalidad. La competitividad puede abonar el fértil terreno de la identificación, pero no el de la autenticidad. Si a donde nos lleva la espiritualidad es al mismo océano de Conciencia pura ¿qué sentido puede tener dirimir sobre la embarcación a utilizar? La técnica, la tradición, etc. son medios para disipar la bruma de la ignorancia. Medios y nada más. Esto ha de quedar claro, tanto a practicantes y discípulos como a profesores y maestros.
A fin de cuentas, lo que se trasluce detrás de tal rivalidad no es otra cosa que un afán de lucro más o menos desmedido, pero sí soterrado bajo una pseudo-enseñanza de tintes espirituales. Una mascarada como otra cualquiera, más propia de charlatanes que de seres de luz. Mascarada que el buscador debiera saber descubrir y huir apenas perciba el aroma a “negociete”, para evitar quedar atrapado en la almibarada red, extendida con la intención de rellenar carencias emocionales o intelectuales.
Es cierto que detrás de toda enseñanza -espiritual o no-, debiera existir un saludable intercambio de energía que puede verse convertido en aportación económica, pero nunca en “precio”. De este modo, se evita la siempre desagradable «deuda de gratitud» que, de modo intencionado o no, puede enganchar la voluntad del buscador. La auténtica transmisión de la Sabiduría Perenne no puede tener precio. En todo caso, el precio a pagar sería la cabeza del ego que sin contemplación habrá de rodar por el escenario de la búsqueda.
Nunca el dinero ha de ser el motivo principal sobre el que se fundamente la transmisión espiritual, aunque es cierto que, sobre todo en Occidente, debido a su mentalidad materialista, es preciso el intercambio, con el fin de que se aprecie en su justa medida el conocimiento recibido. De otro modo, se corre el riesgo de que tal transmisión se vea convertida en una conversación agradable, pero nada más, carente de la anhelada transformación del individuo, objetivo principal de la auténtica enseñanza espiritual.
En Oriente, los maestros espirituales no suelen hablar sobre cuestiones materiales, ciñendo su enseñanza al plano del espíritu. Una vez más, ello es debido a la mentalidad, ya que en Oriente los discípulos asumen de modo natural el intercambio de energía, traducido generalmente en aportación económica. Por el contrario, aquí, en Occidente, por alguna extraña razón, se presupone que la enseñanza, al ser de tintes espirituales, ha de ser gratis (¿!) ¿Existe un término que agrade más al ego que la palabra «gratis»?
La experiencia nos dice que no hay nada gratis, de verdad. Por ello, una vez más, viveka, el discernimiento, puede y debe ser la gran herramienta a emplear.
Gracias por tu atención
Silencio Interior – Escuela
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