Sábado, 15/02/25
La película de tu vida
“Cine, cine, cine… Más cine, por favor.
Que todo en la vida es cine. Y los sueños… cine son.”
Luis E. Aute, poeta
Sin la locura femenina y la estupidez masculina el mundo sería diferente. Posiblemente mejor, pero también más aburrido. Si puedes ver el ego propio, verás también el de los demás. Para entonces no necesitarás gastar más dinero en el cine. Además, comprenderás la frase: “La realidad supera la ficción”. Ello sucede porque la realidad aludida es también una película no diferente a la ficticia.
Decir que vivimos en el sueño de una película resulta redundante, y los lectores habituales del “Cuaderno de Bitácora” deberían saberlo. Ahora bien ¿es suficiente con saberlo a nivel intelectual? Desde luego que no. Una vez más es precisa la experiencia de vivir en una película.
Producción en la que uno mismo es actor protagonista, guionista y director; todo junto y sin estudios escénicos. Incluso, la búsqueda espiritual es una ficción que interpretamos buscando un sentido a la existencia, cuando no una salida -¿huida?- de la maya-matrix al generar dolor.
Claro, el problema surge cuando la película no nos gusta. Entonces queremos evadirnos. Pero, cuando el guion resulta agradable no queremos despertar. Sin embargo, el despertar de la consciencia implica abandonar la película en su totalidad, sea la que sea. Buena o mala, bonita o fea, drama o comedia.
Despertar implica abandona la locura y la estupidez para siempre. Despertar es sinónimo de liberación. ¿De qué nos liberamos? Del yo-ego ficticio que nos hemos creado y creído ser. Semejante ego siempre quiere ser libre -una película más-. Pero, nadie quiere liberarse de su propia ficción. ¿Resultado? El sufrimiento innecesario.
Silencio Interior – Escuela
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«Casablanca», 1942 – Grabando últimas escenas.